El diccionario es avaro con la palabra prócer. Solo dice de ella “alto, elevado persona importante”.
El imaginario popular tampoco lo comprende mucho: solo se imagina a un prócer montado a caballo, con uniforme reluciente y blandiendo su espada. O en el mejor de los casos, alguien que lucho por su patria, pero hace muchos, muchos, muchísimos años. Casi un fantasma.
También, por ligereza o simple costumbre, suele malversar la palabra genio. Hoy y en boca de la mayoría, cualquiera es un genio, ya sea que cante, toque un instrumento o convierta goles con cierta frecuencia.
Sin embargo, frente a la muerte de Dr. René Favaloro, es tiempo de revalorizar e instalar en su justo punto ambas palabras.
Porque el hombre que se mato de un tiro en el corazón el sábado 29 de julio del 2000, a las cuatro y media de la tarde, solo y desesperanzado, fue un genio y un prócer en el mas profundo sentido de esas dos palabras.
Genio, porque creo el by-pass coronario o técnica de safena: un método que salvo, salva y salvara millones de vida en todo el mundo.
Prócer porque renuncio a fortuna y honores para trabajar y enseñar a su país, señalo duramente sus males (la mejor forma del patriotismo) y vivió según un rígido código moral: esfuerzo, sacrificio, desdén por lo material, solidaridad.
Y como tantos próceres, sufrió criticas, burlas, incomprensión, indiferencia. Tanto que días antes de su muerte, comento ante sus amigos algo que ellos comprendieron en toda su dimensión solo después del trágico final “ Todos los que no me escucharon deberán hacerse cargo del inminente futuro”.
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